domingo, 28 de abril de 2013

La belleza

Paso a paso, por las calles goteadas, se llena mi cuerpo de belleza. Por encima de los adoquines fluye un manto de belleza imperceptible para el tumulto de la vida diaria, cotidiana, rutinaria, perdida. Ando como un ente invisible entre la gente de carne y hueso y me empapa la belleza de los tejados mojados y brillantes, de los árboles en flor que asoman tímidos, casi imperceptibles en las esquinas e irrumpen en el mundo con encarnadas raíces, trayendo bello e inigualable olor a tierra a nuestras urbanas orbes. Belleza, en los fugaces cantos de mirlos y alondras en los días de domingo. Belleza en los frontones de las iglesias y catedrales, en las piedras puestas allí, en aquellos muros, por las manos de otros hombres, en otros tiempos. Belleza, al pensar que aquellos hombres y muchos otros después, vieron las mismas piedras que hoy acaricio con la mano y la mirada. Belleza al ver y belleza al imaginar. Belleza. 



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