Resquicios
de recuerdos floreciendo entre tinieblas,
rasgos
de rostros amigos antaño
irrumpen
entre sábanas de lívido paño,
espejos
alargados, agarrados como hiedras.
Rumbo
de nuevo buscando los barcos,
rastros
de fango robando al camino,
venden
y compran el lodo de charcos,
cambian
banderas escrutando destino.
Duerme
el aliento de tanto pesar.
Cansadas,
las venas se estiran latiendo.
El
barro reposa por no recordar
la
luz del alba en el comienzo.
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