Señor: ya es la hora. Muy largo fue el verano.
Tiende tu sombra sobre el solar reloj,
y suelta a los vientos sobre el campo.
Manda a los tardíos frutos que se colmen;
concédeles dos días más de sol,
empújalos hacia su plenitud y pon
la última dulzura en el cargado vino.
Quién ya hogar no tiene, no lo construirá.
Quién solo esté, por mucho solo quedará,
sabrá velar, leer, epístolas escribirá
y por errantes sendas
inquieto vagará, mientras las hojas baten.
Rainer Maria Rilke
Traducción: Elena Salajan
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