Costumbre acostumbrada a la costumbre;
el zafio día vuelve a empezar.
Paso ligero entre la muchedumbre
de hombres y mujeres que corren sin llegar.
Costumbre llena de alfileres rotos;
pinchazos sin sentido y sin razón,
recorren piernas, pensamientos, ojos
hasta dejar el alma en forma de muñón.
Costumbre avara, lozana hembra,
con mil cabezas que al cortarse vuelven a crecer,
amiga fiel y enemiga horrenda,
rostros entrelazados de bruja y mujer.
Costumbre, mala compañera,
maldita y bendita en aguas de reloj,
del tiempo siempre prisionera,
esposa entre sus garras a cualquiera,
transforma cada vuelo en pedicoj.
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