La duda lame mis heridas,
oscuras como la arena en el fondo del mar.
Yacen las descarnadas huellas de mis derrotas,
extendidas sobre la playa en invierno.
Sigo el camino labrado para mi,
dejando mis huellas atrás.
El vacío llena el espacio
y se extiende a mis espaldas.
Rompe el silencio en este preciso instante,
haciendo que retumbe mi pisada.
El cielo azul aguarda un helado segundo de eternidad,
inmóvil, callada estátua del presente.
Las cenizas se estremecen y revolotean vida.
Crecen en una espiral alada hacia un cuerpo de barro.
El alma encuentra sus aposentos y extiende capas de cansado aliento
sobre sábanas de nuevos aires.
El latido vuelve a irrumpir desde dentro.
Los pasos se persiguen con perfecta cadencia,
buscando sonidos que llenen el horizonte,
mientras, los brazos se extienden para alcanzar el alba.
La vida renace del vientre de la duda.
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