domingo, 5 de octubre de 2014
Rizando el rizo....
La grandeza de una creación no reside en el canon que pagamos por ella. Dios nunca puso una tasa sobre su creación. La verdadera creación no tiene ni precio ni límites y en cuanto más se multiplica, más sirve a todo lo que la rodea. En el fondo toda nuestra vida se basa sobre la interacción con otras creaciones, ya que nosotros también fuimos creados en y por un acto de amor. Se ha parado alguien a pensar. ¿por qué sólo lo creado por el hombre tiene un precio? Resulta un tanto humillante para el hombre creador. La respuesta políticamente correcta suele ser: el creador necesita sobrevivir y por eso tiene que vender sus creaciones. Pero entonces, lo que está mal construido es todo el sistema vital en el que se mueve el ser humano. Las aves, los animales y las plantas crean vida y belleza y a la vez pueden sobrevivir sin necesidad de dólares, euros o cuentas bancarias. Citando a alguien mucho más sabio que yo: Something is rotten in Denmark.
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