Llevo mucho tiempo sin escribir. Han pasado muchas cosas, demasiadas. La vida real ha ido tendiendo su manto de incertidumbre sobre las horas del pasado mes. El tiempo sagrado se ha parado para dejar que campe a sus anchas lo profano, lo lineal, lo efímero, lo material. Sin embargo, una vez que la conciencia ha hallado su verdadera morada, es imposible que no busque el hogar sagrado después de la tormentosa lucha con los elementos. La esencia desea volver a casa. El descanso del guerrero encuentra su tiempo y espacio y la sed de armonía se calma allí dónde se encuentra la verdad del ser, en silencio, en paz, en la unión de lo material con el espíritu. Las aguas vuelven a su cauce y el mundo se coloca según su intrínseca escala de valores. Sentado entre el cielo y la tierra, el hombre reconoce su ser como unión de los opuestos, como materia que sirve para encarnar el espíritu. Nada más y nada menos. Vuelvo a ser y vuelvo al ser, a pesar del juego sucio de la materia, quién, con su insolente prepotencia, intenta destronar al espíritu desde el principio de los tiempos.
sábado, 5 de octubre de 2013
Vuelta a casa
Llevo mucho tiempo sin escribir. Han pasado muchas cosas, demasiadas. La vida real ha ido tendiendo su manto de incertidumbre sobre las horas del pasado mes. El tiempo sagrado se ha parado para dejar que campe a sus anchas lo profano, lo lineal, lo efímero, lo material. Sin embargo, una vez que la conciencia ha hallado su verdadera morada, es imposible que no busque el hogar sagrado después de la tormentosa lucha con los elementos. La esencia desea volver a casa. El descanso del guerrero encuentra su tiempo y espacio y la sed de armonía se calma allí dónde se encuentra la verdad del ser, en silencio, en paz, en la unión de lo material con el espíritu. Las aguas vuelven a su cauce y el mundo se coloca según su intrínseca escala de valores. Sentado entre el cielo y la tierra, el hombre reconoce su ser como unión de los opuestos, como materia que sirve para encarnar el espíritu. Nada más y nada menos. Vuelvo a ser y vuelvo al ser, a pesar del juego sucio de la materia, quién, con su insolente prepotencia, intenta destronar al espíritu desde el principio de los tiempos.
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